¿Estás cansado, triste y con la sensación de que te fallan las fuerzas? Puede que tengas carencia de vitamina D, una de las vitaminas más desconocidas entre los adultos y que sin embargo es de vital importancia para nuestro organismo, especialmente para nuestro sistema inmunitario y nuestros huesos.
La relevancia de esta vitamina es conocida en las edades más tempranas. Los recién nacidos, hasta el año aproximadamente, reciben un complemento para asegurar que cuentan con los niveles adecuados, pero a medida que alcanzamos la madurez pasa a un segundo plano. Sin embargo, hay situaciones especiales de nuestra vida que aconsejan aumentar la ingesta de esta vitamina para evitar su déficit. Tal es el caso del embarazo o la aparición de enfermedades como la osteoporosis, donde la vitamina D juega un papel clave en la absorción del calcio en los huesos.
De hecho, la carencia de esta vitamina está relacionada con la osteomalacia, un síndrome causado por un reblandecimiento de los huesos debido a la pérdida de sales calcáreas y que provoca, entre otros síntomas, huesos débiles, dolor y debilidad muscular.
Una falta de niveles adecuados de vitamina D también está relacionada con la incapacidad del cerebro de segregar serotonina (conocida popularmente como la hormona de la felicidad), lo que se traduce en una continua sensación de tristeza. Para evitarlo es importante tomar el sol entre 15 y 30 minutos al día.
Otra manera de favorecer la presencia de vitamina D en nuestro organismo es reforzar nuestra dieta con alimentos con buenos nutrientes como pescado azul (sardinas, salmón, caballa, etc.), huevo, queso y lácteos.
Si decides tomar un complemento para mejorar tus niveles de vitamina D, recuerda que siempre debe estar supervisado por un especialista, ya que un consumo excesivo de esta vitamina puede tener efectos secundarios para nuestro organismo (náuseas, vómitos, diarreas, estreñimiento…).
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